¡No le pegues a tu hermano! Así
empieza mi día… ¡todos los días! luego le siguen un sinnúmero de peticiones
(algunas amables y con tono dulce, otras no tanto!), saca tu pie de su cara, por
favor amor ten cuidado con su mano, no lo aplastes, recuerda que es un bebé, no le jales el brazo, te estoy mirando, ¡Luciano!, mientras un grito firme
del otro lado (a veces acompañado de un llanto) nos sacude a todos aaaaaaa y es
que ese gordito de 70 cm sabe hacerse respetar.
No sé si lo estoy haciendo bien o
lo estoy haciendo mal, no sé si debo repetirle tantas veces a Luciano que no le
haga nada a su hermano o dejar que entre los dos se entiendan, pero Valentino
aún es tan pequeño que me da un miedo horrible y no puedo despegar mis ojos de
ellos ni por un segundo (cada vez que lo hago, termina el pie de Luciano encima de
la cabeza de Valentino, o se come su mano, o de pronto se mete el biberón a su
boca y me dice: pero mami, le pedí que me invite un poquito.)
A pesar de todo esto, si vieran la
cara con la que mira Valentino a su hermano, es impresionante, hay una mezcla
de todo, amor, admiración, asombro, se desespera por el, lo busca con la mirada
y ahora que gatea lo persigue a donde va, con la sonrisa de oreja a oreja, lo cual le produce unos
sentimientos medios raros al mayor, porque le gusta que lo admire, pero a la vez
no le gusta que el hermano sea su sombra.
Y para mi es agotador y desgastante, estoy todo
el día en estado de alerta, termino como un trapo en la noche, sin fuerzas para
nada, me estoy durmiendo a las 10 de la noche, ¡todas las noches! No me dormía
a esa hora desde que era adolescente. Estar entre Luciano y Valentino todo el
día es un desafío constante. Recuerdo mi relación con mis hermanos mayores y
parece que escucho a mi mamá diciéndome “Silvana no fastidies a tu hermano”, “Jorge deja en paz a tu hermana” y puedo veo claramente el campo de batalla en el que
se convertía mi casa y me aterra pensar que eso va a pasar, inevitablemente, con
mis hijos dentro de poco ¡y son dos hombres! ¿en qué me metí? Me pregunto en
mis peores días. Luego me pongo a pensar, (¡y a anhelar con todas mis fuerzas!)
que sean amigos, que se lleven bien, que
hagan travesuras juntos y se cubran las espaldas, no importa que me vuelvan loca y que saquen a relucir
a mi ogra interior, (¡y soy peor que Fiona!) pero es que esos minutos en los que se buscan, se miran, se ríen, son cómplices y juegan juntos, por digamos, 2 minutos, son lo máximo, me hacen inmensamente feliz y hacen que todo valga la pena.
Sé que muchos de los
comportamientos de Lu son porque está celoso, porque recién está aprendiendo a
convivir con su hermano, a aceptar que así es nuestra nueva familia y sé que
tengo que tener paciencia, que debo ser más condescendiente, pero a veces no sé
como manejar la situación y admito que no he sido precisamente blancanieves los
últimos meses, ni he estado cantando por ahí lalalaralalala, sino todo lo
contrario, las frases de mamá asada salen
de mi boca ya casi sin darme cuenta ¡no fastidies a tu hermano! Espérate cuando crezca
y hable, vas a ver lo que te va a hacer y no te voy a defender, sentencio cual amenaza (¡cómo mi mamá cuando me decía ya verás cuando seas madre!) y es que los veo
tan diferentes a los 2, Luciano tan dócil, tan bueno, tan inocente y Valentino
tan despierto, tan mosca, tan despabilado.
Los segundos son TERRIBLES, no hay nada que hacer ¡qué miedo! jajajaja
Mi Lu tiene una mezcla de
emociones que aún no controla, muere por su hermano, lo adora, a veces le digo
por molestar vamos a devolver a Valen ¿ya? Y me dice que no, que es su
hermanito, a veces requinto a Valen también por agarrar sus juguetes, así Lu
ve que todo no es contra él y lo defiende, me dice “mami Valen es muy
pequeñito, le presto no más no te preocupes” mua ja ja (psicología inversa le
dicen algunos jajajaja) pero tiene ese bichito, esas ganas locas de
fastidiarlo, ¡por gusto! que no se le
quitan ¿eso nace con los hermanos no? Sé que esto me va a perseguir toda mi
vida y que cuando Valentino hable va a ser peor, pero lo que no sé es hasta
donde permitir, cómo orientarlos, cómo intervenir y me sale mi lado chinchoso.
Esto de ser mamá de 2 es recontra, RECONTRA desafiante, pero aún así, no lo cambiaría por nada del mundo, es más, quiero un
tercero, ¿cómo haríamos? Estoy segura que suplicaría cada noche que me lleven al
manicomio, pero me dormiría feliz apachurrada con los 3. Cada vez que los veo, tan
tranquilitos a los 2, (sí, ¡sólo cuando duermen!) me siento la mujer más
afortunada del mundo, ¡Valentino busca la mano de su hermano para dormir! Y Luciano
dormido le acaricia la cabecita y lo abraza, eso para mi ya es suficiente y creo, creo por
un momento, que lo estoy haciendo bien, hasta que al minuto siguiente decide que mejor en vez de abrazarlo, más divertido es patearlo y todo vuelve a empezar, una vez más. ¡Estas cosas de hermanos me rayan la cabeza!
A ustedes, ¿Cómo les va?
¿Cuántos hijos tienen? ¿Cómo hacen? Alguna dulce #Fiona por ahí igual que yo? Cuéntenme y díganme que no soy la única mamá a punto de pedir vacaciones en el manicomio, pls!

No hay comentarios.:
Publicar un comentario