Estoy a tres semanas de terminar
la universidad y cada vez que lo pienso se me escarapela el cuerpo, no saben lo que eso significa para mi... Si bien es
cierto ya tenía una carrera técnica y varios años de experiencia trabajando (desde los 17 aprox) siempre había querido estudiar en la universidad, era mi sueño.
El día que di mi examen de
admisión parecía niña en un parque de diversiones, estaba emocionada, feliz y más cuando ingresé, aunque admito que sentía roche de entrar a la universidad tan "tía" al comienzo, pero eso se fue disipando poco a poco. Empecé a estudiar un par de años antes que Luciano
naciera y no estaba en mis planes tener un hijo hasta que terminara la
universidad, pero las cosas cambiaron en el camino y decidimos que sería un buen momento para un bebé (y definitivamente lo fue)
Retomé clases cuando Luciano
cumplió 1 año y 1 mes, no porque no hubiera querido regresar antes, sino porque
mi yo mamá, era en ese entonces (ahora sólo un poco menos jaja) obsesiva, compulsiva, controladora,
maniática, paranoica, yoista, todista y más de lo que se puedan imaginar, estaba llena de miedos, así que me costó dejarlo. Pero como les comenté, estar en
la universidad había sido para mi un sueño, una meta y quería terminarlo, sentía
que me lo debía a mi misma y que también se lo debía a mi hijo, así que después de muchas excusas, de pensarlo en mi cabeza miles de veces, de los pros y los contras, me di cuenta que era tiempo de volver...
Cuando regresé, las cosas no
fueron tan fáciles como pensaba, estar en
la universidad, no es cuestión de sólo ir a clases, implica, como todo, responsabilidad, hay trabajos grupales, exámenes, exposiciones y demanda tiempo y con un hijo las cosas eran diferentes.
El ritmo de vida cambió
totalmente, (de nuevo) tenía un bebé que se despertaba a veces por las noches, al que
igual tenía que cambiarle pañal, que se levantaba temprano para jugar, y yo no quería quitarle su tiempo por el día, así que estudiaba de noche, me acostaba a las 4 o a las 5 de
la mañana y me despertaba a las 8 (felizmente que Lu no se levantaba a las 6!) ¡vaya ritmo!
¿Han sido días difíciles? SI, ¿ha
habido momentos en los que he querido tirar la toalla? SI (y varios) ¿días en los que me he dormido en clase? SI… Habían
fines de semana enteros que pasaba en la universidad, días en los que Luciano
tenía alguna fiesta infantil y yo no podía ir con él, días en los que se iba al
parque, a la playa, a jugar a alguna casita de un amigo o primo y yo tenía que
estar en la universidad. Aniversario, San Valentín, salidas con el esposo o los
amigos. Cumpleaños de mi papá/mamá/hermanos/sobrinos/ahijados/amigos bautizos y
más… donde aparecían esos famosos “exámenes” sin recuperación, es decir que si
no lo das ese día pierdes la nota, trabajos de grupo donde todos tienen que ir,
porque todos tienen cosas importantes que dejan de hacer y tú no puedes faltar
tampoco.
Días de estrés, días en
los que me faltó estudiar más de la mitad de lo que tenía que dar, clases de
matemáticas que parecían de chino con profesor francés donde no entendía ni el saludo, foros a los que
conectarte domingo a las 10 de la noche… en esos momentos lloraba, pataleaba, renegaba, no quería ni mirar la laptop, separatas, ni que me recuerden la palabra estudiar...
Pero todas esas veces que quería
darme por vencida, todas esas veces que quería decir hasta aquí, pensaba
que estaba a poco de conseguirlo, que no podía rendirme, que no le quería enseñar a mi hijo a tirar la toalla, quería que el esté tan orgulloso de mi, como yo de el (y bueno también cuentan las sacudidas de pensamientos que me daba mi esposo cuando le decía que quería dejarlo jajaja) Ahora estoy sólo a tres semanas, sin
poder creerlo, pensando que me equivoqué y que alguien me va a despertar y decir que
todavía me falta más. Estoy a 21 días de terminar un gran sueño, una gran
meta, de decirme “lo lograste” de mirarme al espejo orgullosa por no vencerme yo misma.
Y es que en nuestro día a día, en nuestras ganas de estar para ellos en todo momento, nos olvidamos que también tenemos metas,
sueños e ilusiones y que no podemos renunciar a ellos, no sólo por nosotros, sino,
precisamente por ellos, para demostrarles que podemos, que siempre existe
una manera, que siempre que nos decidamos por algo, podremos alcanzarlo.
¡Y si yo pude, tu puedes! Así que si también estás estudiando como yo, sigue haciéndolo, no dejes atrás tus sueños, no
creas que no puedes, no pienses que no hay tiempo, que ya vendrá otro momento, recuerda que el único tiempo que realmente tienes es hoy, que no hay edad para soñar y que si lo soñamos, lo podemos hacer realidad, cree en ti, sacude tus pensamientos cuando estés cansada y date tiempo y permiso para ir en busca de tus sueños, sal con todo, que el mundo es tuyo y sólo el cielo es el límite. Nadie dice que será fácil, al contrario, pero la satisfacción que se siente cuando se consigue no se puede explicar con palabras.
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Fuente imagen: 123rf.com |
Y recuerda que mamá también estudia, trabaja, canta, baila, sueña y vive.
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Fuente imagen: blogs.elpais.com |
Los quiero!
Mamá feliz, a vísperas de ser universitaria.

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