Hoy mientras te veía dormir tan
tranquilito, acariciaba tu carita bella y sentía tu fragilidad bajo mis manos.
Mientras pensaba cuán indefenso eres, que rápido estás creciendo y en que
personita maravillosa te estas convirtiendo, vinieron a mi mente una serie de
momentos que pasarán estos años. Una serie de cosas que si Dios quiere viviremos
juntos y me entró una nostalgia tan grande que dejé escapar de mí, un suspiro
de resignación, lágrimas de emoción y mil promesas de amor.
Sé que llegará el momento en el
que ya no quieras jugar conmigo y aunque seguro, lloraré, te reclamaré y te haré sentir mal (juro que lo
haré) créeme que entiendo (en lo más profundo de mi ser) que es parte de la
vida y parte de tu crecimiento.
Sé que llegará el momento en el
que regreses del colegio y cuando te pregunte como te fue respondas “bien” como
buen hombre (no sé bajo que concepto para ustedes esa palabra explica todo!) y
aunque quiera sacarte con cucharita cada cosa que pasaste en el colegio y me
siente a tu lado a torturarte hasta que me cuentes algo más (y sabes que lo
haré) créeme que entiendo que es parte de la naturaleza masculina.
Sé que llegará el momento en que
salgas con tus amigos “sin mamá” al lado, en el que ya no pienses que mamá lo
puede todo y en el que ya no necesites de los besos sanadores de mamá cada vez que te haces una “yaya” así sea
invisible y aunque llore como magdalena, me compre tres litros de helado
diarios y me deprima al punto de no querer salir de mi cuarto, quiero que no te
sientas culpable (mentira, en realidad si quiero que te sientas culpable y
entres a mi cuarto a decirme que ponga mi nariz en tu nariz para que duermas
feliz!) créeme que entiendo que estás creciendo y que tienes que aprender a
avanzar solo.
Sé que llegará el momento en que
estés en tu cuarto y yo pasaré varias veces por tu puerta y tu ni cuenta te
darás, podrás pasarte horas sin llamarme, ni buscarme, ni perseguirme, ni
corretearme, ni llorar porque me voy y que seré yo la que lo haga, y aunque te
repita mil veces que me entenderás cuando seas padre y que mis palabras
parecerán un hechizo de noche de Halloween (lo cual realmente serán) entiendo
perfectamente que ya casi eres un hombre.
Sé que llegará el momento en que tendrás enamorada (y aunque esa palabra me enronche un tantito por ahora) te aseguro que seré una suegra a todo lujo, una suegra increíble, para nada metiche y bien objetiva (está bien, no te lo aseguro, te lo prometo, bueno, tampoco te lo prometo, te lo comento, está bien mejor dejémoslo ahí. Next!)
Sé que llegará el día en que
llores por alguien que te lastimó, jugó con tu corazón, o te mintió, y aunque
te diga que es mejor olvidar y perdonar, puedes estar seguro que dentro de mi
corazón cual magia negra estaré repitiendo el nombre de la persona que te hizo
llorar, y aunque mis besos no te sanen y prefieras estar solo, créeme que
estaré esperando por ti, y que tal vez no
sepa aconsejarte como quisieras, pero si puedo llorar contigo (y es algo que se
hacer muy bien!)
Sé que llegará el momento en que tengas a tu hijo en brazos por primera vez, no importa si lo tienes a los 15, a los 20 o a los 30, si te comportas como un hombre, si te pones los pantalones que te bajaste el día que lo tuviste, ese día cada palabra escrita valdrá la pena.
Sé que llegará el momento en que tengas a tu hijo en brazos por primera vez, no importa si lo tienes a los 15, a los 20 o a los 30, si te comportas como un hombre, si te pones los pantalones que te bajaste el día que lo tuviste, ese día cada palabra escrita valdrá la pena.
Y finalmente sé que llegará el momento cuando seas grande que no te acuerdes todas
las mañanas que nos despertamos abrazados, haciendo carreras por ver quien
decía te quiero mucho primero. De aquellos días en que preparamos juntos
postres haciendo de la cocina un campo de guerra de azúcar y harina. De las
veces que paseamos trepados en tus carros de juguete o mi espalda era tu
caballito preferido. Sé que llegará el momento en que mis cuentos no sean los
que te entretengan y volar en mis brazos no sea tu pasatiempo favorito. En que
prefieras quedarte en casa a salir a pasear conmigo. Tal vez ni te acuerdes que
fue mi mano la que sostuviste la primera vez que manejaste scooter, que
gritaste mami mírame cuando nadaste solo en la piscina o que nos abrazamos
fuerte cuando el gusanito avanzó más rápido. Sé que llegará el momento en que no
te acuerdes las veces que cantamos Mickey Mouse juntos y bailamos al compás de
estrellita donde estás.
Pero espero haberte enseñado,
querido hijo, que uno no es rico por la cantidad de plata que tiene en el
bolsillo, que no importa qué tipo de ropa usas o que lugares del mundo conoces,
si almuerzas en restaurantes o estudias en colegios caros. Importa el tiempo
que juegas, que cantas, que ríes, que bailas y que sueñas. Es rico quien
acumula tesoros en el corazón y duerme tranquilo porque sabe que entregó más de
lo que tenía. Que la mejor vestimenta que puedes usar es tu sonrisa y unos ojos
que trasluzcan tu alma. Que los lugares más hermosos están a un paso de ti.
Espero haberte enseñado mi niño lindo que una familia es más que un conjunto de
personas viviendo juntos, que un abrazo sincero en silencio dice más que muchas
palabras, que no hay mejor medicina que un beso, que los buenos modales no se aprenden
en las asignaturas escolares, que el amor no tiene precio y que el único que
puede hacerte feliz, eres tú mismo.
Te amo. Por siempre, Mamá.
