Hoy día estoy un poco más
nostálgica que de costumbre, será porque cada vez Luciano crece más y más, hoy
me sorprendió hablando casi todo, en un lenguaje no de bebé pero no de niño
tampoco, es una mezcla de ambos, una mezcla encantadora, deliciosa, de esas que
estoy segura darían a las tías muchas ganas de apachurrarle los cachetes y a mí
de sólo llorar… tanto tiempo esperé que
hablara, tanto tiempo entendí su lenguaje y su forma de comunicarse aunque
nadie más en casa entendiera, tanto tiempo me la pasé descifrando palabra por palabra,
aprendiendo a leer también el lenguaje de su cuerpo, sus ojos, tanto tiempo
busque en sus gestos algo que pudiera darme un indicio de qué era lo que quería
decirme, que entendía todo en un dos por tres, éramos uno sólo, aunque no
estuviéramos como en el embarazo, seguíamos siendo uno solo, fue tan
emocionante escucharlo decir mamá por primera vez, igual de emocionante verlo
descubrir cada palabra que salía de su boca, pero ahora escucharlo decir más de
5 palabras juntas, escucharlo decir frases,
verlo hablar por teléfono y mantener una conversación, es una cosa de locos! Se
me cae la baba pero hasta el piso! Cuando salgo, lo llamo y puedo preguntarle
que está haciendo y oírlo al otro lado del teléfono contármelo es demasiado
para mi corazón, sé que esto es un paso para soltar, para empezar a ser dos y
ya no uno, ésta es una de las etapas más hermosas de ser padres pero una de las
que más me estruja el corazón, no sé cómo explicarlo, me muero de la alegría, de orgullo, de emoción, pero también siento miedo, nostalgia, angustia... no sé, está dejando de ser mi bebé para convertirse en un niño! ¡mi niño hermoso!
Además del tema de que se soltó y
habló! Está que ayer decidió dejar el pañal, le cambié a otro pañal para probar
porque me lo habían recomendado mucho y no le gustó, entonces decidió que ya no quería usar más el
pañal, mostro por ese lado! Peeero, ahora estamos en la etapa más difícil, ¡la
disyuntiva! Sabe que no quiere usar pañal (y vaya que no deja que se lo pongan)
pero a la vez avisa a medias, es decir, dice mamá pichi cuando ya se mojó! Mamá
caca, ya amor vamos al baño, no aquí! Oseaaaaa… Mucha, mucha pero mucha
paciencia y confieso que aún me falta mucho camino por recorrer en cuanto a
paciencia, es un don al que llegué un poco tarde el día que lo repartieron
(está bien, llegué bastante tarde! ajajaja) pero ahí vamos dándole a la lucha,
sólo me queda decirle cuando se orina (prácticamente en mis pies) que no
importa, que si esa vez no llegó la próxima si lo hará, y aunque estos dos días
en que mi casa ha terminado más orinada que el mercado central y a veces haya
querido ponerle el pañal a la fuerza, no puedo frenar lo que él quiere, este es
un paso súper importante para él y sé que tengo que darle todo mi apoyo, así
que me voy a la cocina, abro un paquete de oreo y respiro 5 minutos antes de
volver. Pero a pesar de todo esto, cuando lo miro y caigo en cuenta que ¡está
dejando el pañal! Me derrito, recibo una dosis extra de paciencia de algún ángel
que se compadeció de mí y lo lleno de besos y apapachos y lloro calladita
porque mi ¡bebé está creciendo! Todos me decían que crecen muy rápido, pero ¿Qué
tan rápido es “rápido”? Vieran mi
cara de caracol lleno de baba cuando Luciano ha logrado ir al baño, ha cogido
el papel para “intentar” limpiarse y me ha dicho: Mamá yo grande, pichi baño! Plop!
Knock out!
Y para terminar de rematar mi día
de crecimiento, regresé de la
universidad y estaba despierto, vemos un poco más de tele, le digo que ya es
hora de dormir, le canto una canción
(como todas las noches) y nos acostamos (riquísimo los 3 en la cama como hace
un año y medio!) pero lo noté dar muchas vueltas extrañas, cosas que nunca
hace, ¿pasa algo Lu? Ya es muy tarde para estar despiertos y escucho un “cama
mamá no, cama Lu si” juaaaaat? ¿Quieres ir
a dormir a tu cama? Tuve ganas de decirle ¡no, no te vayas! necesito tus
bracitos alrededor de mi cuello toda la noche, no importa si poco a poco me
empujas al rincón de la cama, casi casi donde se une con el piso, no importa si
en medio de la noche me mandas una patadita de esas que me despiertan a veces
renegando otras veces sonriendo, sólo quiero olerte, mirarte, despertarme de
madrugada, mirarte y sentir que estoy viva, sentir tu manita buscándome en la
noche y muchas cosas más… Pero, sé que no sería justo para el! Le dije espérame que voy a acomodar tu cama, lo
llevé, me acosté con él, se durmió, le di un beso en la frente y salí, con la
poca tranquilidad que me quedaba… y
¡Todo en un solo día!
Sé que todas las mamis siempre
queremos ver a nuestros hijos hacer las cosas rápido, recién está gateando y
queremos que camine, recién está caminando y queremos que corra, aprende a
comer y ya soñamos con el día que lo haga sólo, dice un par de palabras y
queremos oír una conversación entera, pero el secreto está en ir disfrutando
cada cosita que hacen en la etapa que están viviendo, ya llegará el día, más rápido de lo que creen en que haga
todo, sin apuros, sin prisas, con la cámara de fotos al lado para guardar cada
detalle, y atesorarlo en nuestro corazón siempre, porque en serio les digo,
cuando dicen que los hijos crecen muy rápido, no exageran, han pasado 2 años y 2 meses desde que nació Luciano y
yo no siento que haya pasado ni un año entero!
Disfruten, rían, jueguen, gateen
con ellos, tírense al piso, embárrense las manos de pintura, cocinen juntos,
súbanse al sube y baja o a la resbaladera del parque juntos, hagan todo lo que
puedan, porque HOY es el día! Mañana estarán mucho, mucho más grandes ¡Ay mamá!

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