Ayer cuando acostaba a Luciano en
su cama y tarareaba la canción que más le gusta, pensaba en los dos años que
dormimos juntos, aún lo escucho y tengo que repetirlo varias veces para creérmelo
¡dos años durmiendo juntos! No puedo creer que hayan pasado dos años, no puedo
creer que hayamos dormido juntos tanto tiempo y sobre todo, no puedo creer que ya se haya ido a su cama,
sólo.
Cuando lo pasé a mi cama
tenía casi 3 meses, en ese momento no sabía que existía la palabra colecho* (y
no lo supe hasta que Lu tuvo 1 año 10
meses que fue cuando abrí el blog), no sabía si estaba haciendo bien o si
estaba haciendo mal, es más, lo hice pensando que al día siguiente lo volvería
a poner en su cama y así pensé la noche siguiente y la siguiente, lo mismo
cuando cumplió un año, se me hacía cada vez más difícil, pero al contrario de
lo que todos pensaban, no era por él, sino por mí. Yo era la que no podía
dejarlo ir a su cama (ni siquiera hacía el intento lo admito! Jajajaja) y eso
que desde antes que naciera estaba
decidida a que dormiría en su cuarto, decía él va a ser independiente, va a
tener su espacio, mamá y papá también tendrán su espacio y así las cosas
funcionarán de maravilla ¡si claro! Jajajaja
Pero, saben, no me arrepiento, dormir con
mi hijo estos dos años ha sido más que increíble, a pesar de haber estado con
más de medio cuerpo afuera de la cama la mayoría de noches, una pierna que me
empujaba en las mañanas o un brazo que se me clavaba en el cuello, estos dos
años han sido mágicos y no sólo para mi, también para César, que lo disfrutaba tan igual que yo (aunque el sí dormía bien! jajajaja)
Acostarme cada noche con sus
bracitos alrededor de mi cuello es una sensación indescriptible, despertarme
con sus ojos mirándome, sentir el calorcito de su cuerpo junto al mío ¡como lo extraño
cada noche! sentí tantas ganas de decirle que no, que no estaba preparada para
que se vaya, tantas ganas de inventarme
mil excusas, que hacía frío, que se iba a resfriar, pero él ya lo había decidido y yo sólo tenía que aceptarlo y
acompañarlo, aunque ahora cuando lo haga dormir busque quedarme en su cama un
ratito más, apachurrándolo fuerte y me levante varias veces en las noches para
ver si está durmiendo bien, si está tapado o si está mojado, el
decidió irse a su cama y eso es un síntoma de que mi bebé está creciendo.
Confieso que al comienzo pensé que sería momentáneo, que volvería a mi cama, pero poco a poco con el paso de los días mi idea se fue desvaneciendo, no lo podía creer jajaja... lo veía tan seguro, tan cómodo, tan firme en su decisión, el sabía que era momento de irse a dormir a su cama, a su cuarto, a su pequeño mundo y sabía que tenía el apoyo de mamá y papá, que estaríamos ahí como lo hemos estado estos dos años. Así que cada noche, aunque me cueste, me toca reforzar su decisión, hacerlo sentir feliz de dormir en su cuarto y que sepa que estamos muy orgullosos de el, de nuestro pequeño, gran bebé.
Ahora puedo decir que después de
haber dormido dos años con mi hijo, le he encontrado más ventajas que desventajas, es un niño independiente, seguro, amiguero (mucho, mucho más que yo!) las dos o tres veces que se atoró en silencio (se ponía morado y se ahogaba) pude darme cuenta en el mismo instante y ayudarlo, las veces que se mojaba podía cambiarlo inmediatamente, cuando estaba enfermo y no podía respirar estaba siempre al lado para cualquier cosa, no tuvo una crisis severa de mamitis, no
tardó en hablar, no es un niño inseguro, no es introvertido y nada de las miles de cosas
más que le atribuyen al dormir con los padres. Mi matrimonio no tuvo ni sufrió ningún inconveniente, no se debilitó, ni perdió el encanto.
Creo que todo depende de hacer lo que crees y sientes que tienes que hacer. Mi consejo es que no hagas las
cosas (o las dejes de hacer) porque alguien te dice que es malo, que no se debe
hacer, que las cosas luego serán difíciles, que no podrás sacarlo de tu cama ¡NO! hazlas SÓLO porque tú crees en
ellas. Si decides no dormir con el o si decides dormir con el ¡lo estás haciendo bien! En la medida que tu como madre o padre, estés contento con lo que haces,
seas feliz, tu hijo lo va a sentir y tu felicidad se va a duplicar, ese es el
único secreto.
Disfruten cada segundo, cada minuto, los niños crecen más rápido de lo que nosotros terminamos de decidir que hacer o que no hacer, sigue tu corazón, que el siempre tendrá la razón.
¡Lu durmiendo solito en su cuarto!
*Colecho: Práctica en la que los bebés o niños duermen con uno o los dos de sus progenitores, incluido como parte de las prácticas para una crianza saludable y feliz de los niños, dentro de la crianza con apego.
**Si decides dormir con tu bebé, no te olvides de seguir ciertas normas de seguridad como evitar taparte hasta el cuello para no taparle la carita, no usar almohadas mientras sea muy pequeño, no tomar alcohol o fumar si te vas a acostar a su lado, no dormir con el si estás muy cansado, tener siempre protectores a los costados y/o en el suelo para que no se caiga o se golpee, acostarlo boca arriba. Cuando era muy pequeñito, yo lo hacía dormir en un saco tipo sleeping (lo pueden comprar en casas & ideas) para mantenerlo a una distancia prudente.
***Los beneficios del colecho, según teorías partidarias son: el bebé se duerme más fácilmente, potencia el vínculo afectivo entre padres e hijos, disminuye el riesgo de muerte súbita, favorece el bienestar del bebé, su desarrollo neuronal y la capacidad de respuestas adecuadas ante situaciones de estrés, así como el desarrollo de la autoestima del infante, y posterior autonomía personal.
Espero les guste y les sirva!
Un beso,
