Les cuento que en tres semanas mi
hijo está por cumplir 2 años, aún no puedo creerlo! El tiempo se ha pasado tan
rápido, lo veo cada vez más grande, más independiente, con mayor seguridad para
hacer sus cosas, y me muero de miedo. Una
amiga me dijo el otro día, ya vas a entrar a los “terribles 2” provecho. He estado pensando los últimos quince días en
eso, preguntándome porque terribles 2? Y serán también así los 7 o los 10 y que
me dicen de los 15? Creo que cada edad tiene su etapa terrible, no? No le tengo
miedo a lo que pase en los 2 años, no le tengo miedo a las pataletas, ni a los
berrinches, ni a sus cambios de temperamento, lo que realmente me da miedo y
para mi es lo terrible, es que como dice mi esposo, Luciano ya es un niño, en
tres semanas más mi hijo, que aunque para mí siempre será mi bebé, pasará a ser
un niño chiquito, eso es realmente lo terrible.
Después de tanto pensarlo y
hacerme la idea, llegué a la siguiente conclusión: Luciano, definitivamente no
es como era hace un año y no quiero que sea igual, tiene que crecer, empezar a
cuestionarse cosas, a explorar más, a aprender a decidir, a aceptar cuando se
equivoca y entender, sobre todo, que cada decisión tiene una consecuencia. Hará
pataletas, si claro que va a hacerlas, porque va a empezar a medir hasta dónde
puede llegar pues ya se da cuenta de las cosas, pero eso es parte de su crecimiento,
no? Así que, aunque no quiera aceptarlo,
mi hijo ya casi, es un niño.
Y aquí entre nos, les cuento que
ya empezaron a notarse los cambios, ya se molesta, ya quiere imponerse, ya
contesta, ya intentó hacer pataletas, vaya que si! pero lo que nos está
ayudando a ambos a crecer, tanto a Lu como a mí, porque él también está experimentando
todos estos cambios (por momentos pensamos que sólo, pero ellos son quienes los sienten más!) es la importancia de cumplir
con nuestra palabra, lo cual, he venido haciendo muy aplicada desde que nació,
aunque unas veces sea más difícil que otras… he tenido momentos en los que he
terminado encerrada en mi cuarto llorando por haberle dicho que no a algo, que
podía darle, pero que tenía que NO hacerlo para que el aprenda que cada cosa
trae definitivamente consecuencias, ya sean buenas o malas.
Por ejemplo, si le digo que
después de comer toda su comida vamos a ir al parque a pasear a la Ramona, y no
comió, entonces no vamos, y si llora por ir, tengo que cumplir que no vamos,
porque si no, va a pensar que no come e igual va, error! Si le digo que después
de terminar mi tarea, vamos a jugar en su cuarto, por más que termine muy
cansada, tengo que ir a jugar a su cuarto porque ya le di mi palabra. Igual
sucede con mi esposo, le dice: terminando de hacer compras vamos a jugar, no
sé, al happyland, y luego me dice: no se ha dado cuenta vamos a la casa, le
digo, no señor, tú le dijiste que íbamos a ir terminando y hay que ir, así él
no se dé cuenta, porque ya le diste tu palabra! Así, los castigos se cumplen,
los premios se cumplen y la palabra se cumple.
Eso me está ayudando mucho a crear
una imagen justa con Luciano, porque ya tengo como decirle: mamá siempre cumple
su palabra, tu sabes, si hoy no puedo comprarte ese juguete, en otra
oportunidad lo compraremos, o si hoy no podemos ir a jugar, otro día iremos,
eso nos da autoridad para hacerlo y créanme que funciona mucho. El sabe, se da
cuenta que cuando mamá dice que lo va a castigar lo castiga, cuando lo va a
premiar lo premia y es su mejor referente para actuar, pero siempre acompañando
con las palabras, para que identifique que es una consecuencia de sus actos, te
acuerdas que mamá te dijo que pasaría si te portabas mal? Y que hiciste? Ah
entonces, ahora no vamos a jugar, ya sabías que no lo haríamos, aunque es muy
difícil de cumplir, es importantísimo que lo hagamos.
Mi consejo es ese, no prometan
nada si no lo van a cumplir y no amenacen si no van a cumplir, eso de decir si
te portas mal no vamos, una vez, dos veces, tres veces y luego terminan yendo;
NO funciona, sólo les da la seguridad de saber que la próxima vez, será igual.
El secreto es muy sencillo, sólo se trata de cumplir lo que se promete.
Mientras tanto, yo seguiré
pensando que mi hijo dejó de ser un bebé, que crece tan rápido que a las justas
lo asimilo, me da tanta felicidad que sólo me queda hacerme la idea que algún
día se casará, tendrá sus propios hijos y mi legajo será enseñarle a ser feliz,
a cumplir su palabra y a saber que cada decisión, grande o pequeña, trae consecuencias
que afrontar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario