Que importante papel es el que
juegan los abuelos en la vida de nuestros hijos, cada vez que veo a mi mamá con
Luciano se me cae, literalmente, la baba. Es una cosa de locos, amo verlos
juntos, me encanta ver como mi hijo y la “chichí” (como cariñosamente Lu a
rebautizado a mi mamá) son más que abuela – nieto, son cómplices, amigos,
compañeros. Mi mamá, al igual que con sus otros 4 nietos, se tira al suelo con
Luciano, de pronto aparecen trepados los dos cada uno en un carrito haciendo
competencia, o si estamos en el parque se baja del tobogán con él, es en
definitiva una niña igual que Lu, juega, baila, canta, lo persigue, se esconden
(supuestamente, porque Lu termina con medio cuerpo fuera, pero según el bien
escondido) nunca se cansa, nunca pide tiempo sola, siempre tiene una sonrisa y
siempre está dispuesta a jugar, nunca lo requinta, nunca le llama la atención y
siempre lo engríe, es aquí donde entra la frasecita tan típica que dice algo
así como que los abuelos malcrían, en mi caso, se cumple totalmente, mi mamá es
una chiquilla más, quiero corregir al enano delante de ella y hace lo imposible
por anular cualquier intención, al punto que a veces hasta logra que me
cuestione si estoy actuando bien o si efectivamente soy la mala de la película.
Mi pregunta es en qué momento me
cambiaron de mamá? Jajaja no les ha pasado esa pregunta por la cabeza? A veces
cuando Lu está viendo televisión hasta tarde o cuando yo regreso de la
universidad y aún no se ha dormido, me quedo esperando que mi mamá diga la
frase que me decía a mí: “¿Estas son horas de estar despierto y ver la
televisión? Y sin esperar respuesta lo apagaba a mitad de dibujo” y
no, sin embargo escucho un: no tenemos sueño, al decir no tenemos lo libra a el
de responsabilidad, pero es una viva pues, a ella no la puedo requintar!
Jajajaja o cuando Luciano no quiere comer me dice muy cariñosamente “no tiene
hambre, pobrecito, no le exijas” ósea?? y donde está “no te vas a levantar de la mesa hasta que
termines el último arroz de tu plato” jajajaja
El hecho de ver cómo, no sólo
Luciano, sino mis 4 sobrinos también, la miran embobados y pegan el brinco para
ir corriendo a verla cuando ella aparece, me encanta. Es tan importante esa
conexión, que daría en realidad todo lo que tengo por seguir viéndolo, porque
Luciano crezca con ella, que juegue con ella, que la busque, a veces aunque
tengo que confesarlo, siento celos de verlo tan desesperado por ella cuando
llega a la casa, pero es imposible no sentir esa desesperación si lo único que hace
ella es amarlo y ese amor se nota, se siente, trasciende en el tiempo y crece
con él, y la imagen de los abuelos crece contigo, ese recuerdo lo llevas
mezclado entre tus mejores recuerdos de niñez, verdad? La mayoría de nuestras
locuras están asociadas a momentos compartidos con nuestros abuelos, que sería
de nuestra niñez sin ellos, no?
Con el papá de César, sucede casi
lo mismo, no comparten muchas horas juntos, pero hay un sentimiento interno que los
identifica al toque, a penas lo ve, quiere ir con él, siente esa necesidad de
estar a su lado, le da la mano y sale caminando a donde él lo lleve,
no hay peros, no hay preguntas, no hay miradas atrás a ver si mamá o papá vienen, no
hay nada, para Luciano son sólo él y su abuelo César y lo imita con las
herramientas, le enseña sus dibujos, le conversa en su media lengua y es feliz,
me encanta verlos así, me da tanta nostalgia, tanta alegría, se siente el amor.
Los abuelos son el tesoro más
grande que pueden tener nuestros hijos, son su pequeño mundo mágico y no
importa cuán lejos estén, cuán difícil sea verlos, los abuelos siempre van a
correr a ver a los nietos y los nietos a los abuelos, es un lazo tan difícil de
explicar pero tan maravilloso de sentir y de ver, disfrutemos de su compañía,
no importa cuántas veces nos cuenten las mismas historias, ni cuantas veces nos
pregunten lo mismo, ni cuantas hicieron todo lo contrario a lo que les
indicamos, o si les dieron golosinas cuando dijimos que no, o lo dejaron ver el
programa que no debían, la tarea de educarlos es nuestra, la de ellos es
amarlos, es acompañarlos en sus travesuras y hacerlos sentir que tienen un
aliado que ve con sus mismos ojos en su pequeño mundo infantil, nuestra tarea como
padres es lidiar con eso, ya llegaremos a ser abuelos también algún día, así
que yo, ya me di por vencida, ya sé que si la chichí y Luciano se unen, yo
saldré perdiendo y creo que mi esposo, también. jajajaja